Tras siete intensos años en los
que he tenido el privilegio y la responsabilidad de ser Hermano Mayor de
nuestra Hermandad Salesiana de Cádiz, el sueño que poco a poco se hizo realidad
continúa avanzando sin miedo hacia el futuro con una nueva persona al frente
del mismo, renovando el cargo en sí, de ilusiones y fuerzas para no desfallecer
en el camino.
No quería dejar pasar este
momento sin dirigir al menos unas palabras para mostrar mi gratitud, exponer
mis sentimientos y pedir las disculpas necesarias que merecen aquellos que se
hayan podido sentir dañados por mi persona.
En primer lugar debo dar gracias
a Dios, porque como siempre ha predicado nuestro fundador, sin duda alguna todo
esto “es cosa de Dios”. Dar las gracias a todas las personas implicadas en el
proyecto: miembros de la Junta de Gobierno, Comunidad Salesiana, colaboradores,
hermanos en general, grupos de la Familia Salesiana, parroquia, Consejo Local,
administraciones… Por supuesto dar las gracias a los jóvenes porque nos han
hecho vivir en clave salesiana nuestra Hermandad. No puedo olvidar a mi
familia, siempre entregada conmigo en el proyecto, y “sufriendo” sobremanera cualquier momento de dificultad
que haya podido pasar en estos años.
Han sido años apasionantes,
intensos y duros en ocasiones. La Hermandad ha crecido, no sólo en número de
hermanos, sino en madurez. El hecho de que esta plataforma haya servido
para que alguien se haya sentido atraído
por Dios, dispuesto a vivir su evangelio, hace que merezca la pena. La
religiosidad popular nos ha acercado a Jesús, y nos debe guiar por su palabra
de forma que vivamos en él y con él nuestra forma de actuar.
Como ya dije anteriormente, no
quiero dejar de disculparme. La “carga” del cargo da para mucho, y en
demasiadas ocasiones provoca actitudes que no son las adecuadas. No justifico
en absoluto ninguna de ellas, es más, me disculpo si no he sido capaz de ver el
daño provocado en algunas ocasiones y si mis excusas no han sido oportunas o no
han llegado en el momento adecuado.
No he querido nombrar a nadie
porque de esta forma no corro el riesgo de ser injusto con aquellos que olvide,
pero son muchos los que saben que sin ellos jamás hubiera sido posible. Nuestra
Hermandad Salesiana avanza, nuestro sueño continúa, y mi presencia se difumina
en el espacio temporal de cara a una larga historia que nos espera.
Mantengamos encendida la llama de
nuestra fe a los pies del Señor, siendo capaces de vivir en comunidad, como
buenos cristianos y honrados ciudadanos. Mi servicio como Hermano Mayor termina
aquí, y comienza mi entrega como hermano de fila para seguir soñando como hace
más de siete años lo hacía.
Luis Manuel Rivero Ramos
Hermano Mayor saliente